Etiquetas: amanecer, anochecer, atardecer, colores, Riodecarmin
...para el amanecer quizás podría despertar sin ninguna consciencia, la respiración agitada ya se había perdido en los restos y en las frecuencias, distancias, silencios, manos, dolores, sangres, respiros; solo entonces comprenderemos los besos en el cuello, los escalofríos en la nuca y los masajes, dedos delicados: la presión comienza a conjugar y volver versos lo que el aire no desea decir...
...para el atardecer el paso ya es firme, los rencores ya se volvieron evidentes y los brazos ahora tiemblan, no logra sacar su mirada de su mente; de su cuerpo, de sus necesidades y de su perfume manchado con toques de olvido...
...para el anochecer todo vuelve a la calma, las gotas purpura caen por las mejillas, y se dañan los tímpanos con las risas sordas atrapadas en las voces mudas; uno y dos, tres y cuatro, respira hasta llenar tus pulmones, tus arterias, convergen en explosiones amarillas sobre el muro negro. Los colores no existen, sólo lo que queremos ver de cada parte, de cada vez que entra la luz en mi pupila...