Beatriz

4/19/2007


Se encontraba allí, tendida y paciente entre los abetos y las zarzas: dormida y serena entre pasiones desatadas a la luz del ocaso, volvió su mirada distante hacia mi y entendí su agonía; vislumbre la estocada En su Pecho, en su seno izquierdo y no era yo la victima, del placer que me causaba observar, si no mas bien era tan solo el culpable, culpable por la distancia, por ser ajeno a su dolor. Sucumbía ante la intriga de mi visita; entre paso y paso, entre quejido y quejido entre cada inalada de respiración, el aire que entraba pero no salía, que no refrescaba la duda ni la desesperación, las bocanadas de sus suspiros apasionados y excitantes entre falsedad de ardor poco recurrente. Su ropa tendida en la soberanía del tiempo me alejaba y asimilaba a escenas pasadas y era ella desnuda la que se escondía entre sus cabellos y manos y sobre todo en su falta de pudor, culpándose entre mis miradas desquiciadas y obscenas, pero era inevitable no sucumbir ante su placer atónito, oculto en una herida mortal. Sus ojos en los míos, sus labios morados y su piel plateada inalcanzable y efímera, momentánea y detenida en su propia desnudez, dejaba entrever su propia necesidad de ser necesitada, incluso en aquél ultimo instante, noté que se sonrojo, no podía ocultarse, ya no mas, cuantas miradas ajenas han recorrido su cuerpo destellando sensaciones reprimidas y distantes, si distantes pero ya no más, no más; estaba yo allí pero sentía que nada podía hacer…

…Tomo un taxi desde su casa, debía llegar rápido y sin complicaciones, nadie la esperaba pero no importaba, de verdad que no, desde lo alto de la ciudad hasta un viejo conventillo, tenia las llaves, casi oxidadas, guardadas por años en un viejo baúl, la nostalgia comenzó a caer en salado por sus mejillas, el maquillaje se corrió y eso la asusto, más que el sentimiento, antes que eso estaba la vanidad, se había convertido ya, que importaba se decía, que importaba llorar, lo evitaría solo por lucir como deseaba. Se bajo del auto, sus piernas temblaron al notar lo que se aproximaba hacer, casi siete años marcaban el encuentro con este lugar. Camino por un pasillo desteñido, era tarde pero en un segundo todo cambio, el recuerdo en sepia, una mujer en la puerta en cuclillas al encuentro de una niña que corría, abría sus brazos y la mujer la tomaba sonriendo y daba vueltas, la niña ya mujer volvió a la realidad y recordó la promesa de esa oportunidad, le dijo a su madre que siempre estarían juntas, siempre. El viento del anochecer la hizo volver pero el llanto era ya inevitable, sus manos temblaron junto a la cerradura añeja y perdida, tomo su llave y la giro, con eso, más que la puerta se abrió su corazón, un crujido, un estruendo, un poco de valor, se aproximaba a entrar, fuerza Beatriz; fuerza se dijo y con eso sólo tumbo su culpa y su temor…

…La casa era igual de cómo la recordaba, amplia, antigua y un tanto lúgubre. Beatriz camino despacio recorriendo las habitaciones. Pasaron días y meses en los cuales esta visita marcaba el inconsciente y acomplejaba su sueño, despertaba angustiada por una pesadilla recurrente, ahora vivía aquel sueño, se encontraba sola con unas luces sepia sobre los muebles de antaño, mesas chatas, bordados y flores ya secas en viejos floreros tornasol, el papel en las murallas con estampado de lis, polvo y arañas, ratones y escombros no importaba, nada lo hacia ya, recordaba cuando la casa era limpia y brillante, con olor a pan recién hecho y cazuelas a la una de la tarde, la casa es humilde pero limpia se ve linda, decía la mamá. Siempre fueron las dos, papá se fue cuando los niños era pequeños, Javier se fue a estudiar lejos cuando tuvo la edad y la oportunidad, la falta de imagen masculina marco cierta distancia en la relación con aquellas dos mujeres cómplices entre su afecto, fue dura la partida pero pudieron soportarlo, se apoyaron y quisieron por todo el tiempo que duró, siempre fue el mas independiente, y pero mamá sabia que pronto Beatriz seguiría su camino, siempre los supo, sabia también que tarde o temprano quedaría sola, era su destino, por duro que fuese, pero sus hijos triunfarían, el sacrificio era justo…

…Entró al patio, allí estaba la banca y la pileta en la cual se sentaban a descansar, sacaban moras de las zarzas y el abeto daba una gran sombra, tenían un columpio en el cual la Bea se balanceaba de pequeña, la maleza arruinaba el prolijo trabajo de jardinería que por años marco el tiempo libre de la vieja mujer, que paso sus días recordando, sobreviviendo a la vida y la soledad, ni una llamada ni una carta pero, pero, no importaba… Beatriz lloraba sin consuelo, estaba sola, se sentó: en ningún momento pensó en sus dos niñas ni en David su esposo, no sabía donde estaba, había salido temprano y no dijo donde iba, ya no era novedad, prácticamente no hablaban, prácticamente no se tocaban, prácticamente no existían. Se encontraba en trance despojada de preocupaciones y miedos, serena pero muy culpable, el tiempo no se recupera, se pierde, ¿en cuantos vacíos encontrará lo que busca? ¿Acaso sabe lo que busca? ¿Acaso sabe lo que tiene?... Nunca pensó que dolería tanto la ausencia y la carencia, sintió por años que era autosuficiente e inmune a sentimentalismos. Se equivoco. La extraño, te extraño, me extraño, lo extraño, me siento como un extraño, ya no te siento, su vida acababa hace tanto ya y ni siquiera lo había notado, estaba vacía y era miserable, no era necesario que alguien lo dijera, nadie la acompañaba pero todo era evidente, se pregunto por Javier, la imagen recorrió su vista en un segundo, miro su teléfono esperando una posible llamada, hubiera cambiado todo escuchar la voz de su hermano, escuchar que le dijera te amo o algo… Esperar y esperar; hace cuanto que espero, se recostó en el suelo, sobre las hojas, no hacia frió, se desvistió, necesitaba estar en paz, creyó que así lo lograra, buscaba armonía, estaba tan reprimida, qué ese gesto le dio libertad, ese simple gesto, y ahí entre la noche y los recuerdos trato de dormir…
…Y así, así como si nada se dejo morir, sintió un dolor en su pecho se toco y sangraba, era su alma que ya no podría resistir más, y su corazón que debía salir, debía y lo hizo, sangró y sangró y tiño de un dulce carmesí todas las hojas y observaba y todo tomaba vida mientras ella se desvanecía, todo volvía a la normalidad, allí estaba ella y nunca se había ido, allí estaba junto a su hermano y su madre, sus hijas y su esposo y todo era como deseaba, todo, sintió pasos su respiración era ya agitada, moría, era todo bello, todo y allí estaba, había llegado hace cuanto te necesitaba, pero nunca es tarde, o al menos eso creí…

… En el recuerdo quedo una nota, y en el cajón quedo una sonrisa y un abrazo que nunca llego

camino encontrado

4/16/2007

Eran las diez y quince minutos, como todos los días, en esta ocasión el cielo brillaba y el día estaba completamente despejado, la anciana mujer se sentó en la banca de siempre, con su canasto de siempre, con los años de siempre y las lagrimas de siempre, eran ya casi quince años en los cuales su deber cívico (así le gustaba llamar a aquel pasatiempo) se cumplía a cabalidad. Llegaba a eso de las diez y caminaba; observaba su
Entorno y pasado quince minutos se sentaba en la banca oxidada de nostalgia, como había ocurrido aquella primera vez. Su traje rojo desteñido y gastado por años de compromiso, sus gafas y su pelo moteado, su dolor a flor de piel, su carencia de afecto y su falta de razón, ya no había sentido aparente para aquella tertulia, no ya no quedaba nada, del tiempo y del amor, solo recuerdos plateados de una época marcada por risas y destellos, ahora carcomidos por la gran distancia inequívoca del flagelante tormento. Recordó su cabello negro, sus labios gruesos, sus manos grandes y mas que nada su mirada comprensiva, recordó cuando el la despertaba con un beso en la mejilla, cuando se tomaban la mano para caminar por parques en otoño, pisando las hojas al pasar, cuando solo se miraban y sabían, ¿tanto ha pasado ya? El dolor es el mismo y la ausencia va en aumento, ¿tanto lo necesitaba? Como el aire, como el mismo recuerdo.
Qué más podía entregarse? Qué mas podía permitirse, si dañaba tanto el no tenerlo, de que más podía aferrarse? , el reloj marcaba las once, luego las doce, el tiempo perdía sentido, así como todo, como todo lentamente perdía fuerza y color, ya cansada, había hecho de aquellas visitas su vida, el último tapujo de una voz de añoranzas y recuerdos, vivos aun pero ausentes, distantes, dolorosos, quejumbrosos, inevitables; así como sus lagrimas…

-hola,
-hola- respondió
-como esta?-
-bien y usted señorita?-

Bien gracias por preguntar
Es que la vi llorando, pensé que quizás estaba mal

Cosas de la edad no más, no se preocupe,
Usted aun es joven seguramente no entendería

Pero cuénteme
Tal vez comprendería más de lo que usted cree

No mija
Los años pasan la cuenta, eso es todo

Yo vivo por acá cerca y siempre la veo llegar, sentarse en la banca y llorar
Esta segura que se encuentra bien?

Es que ya no tengo a nadie, nadie que me espere, nadie de quien cuidar, y esto es mi vida, sentarme, sentarme a recordar.

Amor no llore, usted es joven y muy linda
Seguramente alguien la espera, seguramente alguien esta preocupado por su demora, no se complique la vida con una vieja que lo único q sabe es añorar

Déjeme acá con mis recuerdos he historias, le agradezco que se detuviera a conversar, ahora séquese esas lagrimas y valla, valla a su hogar

Yo estaré bien, se lo prometo, seguramente nos volveremos a encontrar, como me dijo que se llamaba?

No lo dije, mi nombre es soledad

Mucho gusto, encantada de conocerla soledad

Ahora déjeme acá, y camine en paz.
Ya se lo dije, seguramente nos volveremos a encontrar…


Tenía una linda sonrisa,
Como me dijo que se llamaba?
No lo recuerdo, q hora será?
A lo mejor llego mi esposo a la casa
Creo q mejor me debo apurar
Y que hacia yo acá?...


No muy lejos y sin dejar de observar, a la mujer de la banca que se aleja, te quiero mamá, dice entre líneas la chica q se presento como soledad.

Un versus y un vals.

4/10/2007



Viviendo los deseos aparentes y limitados, contrapuestos a realidades sugerentes y desmotivados
Silencios quejumbrosos, miradas ya vacías, soledades múltiples y compartidas, me inclino a recordarte pero partiste ya.
Entre los escándalos de tus pensamientos revelados en fatiga de ser, sucumbe el peso de la mirada ajena, y el velo de lo mordaz, cruel augurio antagonista y doliente de fuerzas coloridas, sintiendo el daño pasado a ras de suelo, junto con el vuelo limitado.
Pasión, sabor, dolor, razón, favor, color, somnolencias entre el prematuro error.
Un versus antagonista de fuerzas prisioneras, entre cada bocanada de pudor se esconde el rostro pueril de la inminente soledad.
Escándalo de manifestaciones poco controladas en lenguaje consecuente y objetivo que revelan mas que nada lo subjetivo del cambio, efecto libre y momentáneo, pero atado, eso si, a la mas carente necesidad, de afecto y cordura, entre sombras y neutros se deja entre ver la necesidad de necesitar. Si eso mismo.
Comienza entonces el baile de la razón. Como he decidido llamarlo hoy.
Es un vals simple, con altos y bajos como todos, pero sin saltos ya que es un vals. Los pies firmes en la tierra. Mirada fija, uno contra otro y comienza la actuación, la mano en la cintura del fiel acompañante, la otra en el hombro, mientras mas arriba mejor, la seguridad se demuestra con fiereza, la tonada suena despacio… un dos tres, lleva la cuenta, mira mis pies, suave y ligero, quien destaca más?, vamos la competencia comenzó, mientras tu sonríes yo bailo, mientras tu giras yo destaco, un dos tres, cambio, descansa, pausa. La vida se detiene, un dos tres…
Despierto de mi transe pasajero, aun no descifro ni claves ni códigos secretos, aun no visualizo bien mi error, aun el tiempo no se detiene ni mucho menos me da la razón, así el camino parece fácil, si, es simple y sin rencor, las distancias son veredas de calamidad, calles pasajeras y desvíos sin mal, sin son.
Observo detenidamente lo que creo ver, un reflejo una opción, ego y ego, un ismo y un centrismo respectivamente, mientras uno necesita de ser, el otro complementa con veracidad lo inverosímil junto, eso si, con todo lo inefable y mas aun lo inalcanzable. Ahora serenos ya no bailan, dejaron el vals para otra oportunidad, el publico ha vuelto a sus casas, ya no hay ni miradas ni mucho menos flash, ya no se admiran, y juntos no son parte de nada más.
Las verdades mundanas fracasaron lamentables, retraídas al compás. Siguieron el curso del tono, embriagadas quizás. Ya no son buscadas, han dejado de bailar. Desde hoy son rivales, desde hoy comienzan a cambiar.

La omnipresencia del silencio y el baile del destino, quizás.